viernes, 16 de mayo de 2008

MEDITACION DEL SILENCIO

El silencio, a veces es sinónimo de vacío, de soledad, de falta de comunicación entre las personas.
Si no vivimos en la vorágine del ruido y del aturdimiento, nos parece imposible vivir; apenas estamos en una reunión social o dialogando con otra persona, y se interrumpe por unos segundos la conversación, pensamos enseguida “¡Qué silencio!”.
Nos cuesta comprender que es necesario guardar silencio, y que éste pueda significar una reflexión expresada sin palabras.
La Virgen María, es la virgen del silencio: ella callaba y atesoraba todas las cosas de su hijo, en su corazón. Jesús mismo, era de emplear pocas palabras: pero esas palabras eran cortantes como espada de dos filos.
Por ejemplo cuando le presentaron a la mujer adúltera y le preguntaron qué se haría con esa mujer, él antes de dar una respuesta, guardó silencio, y a modo de reflexión, escribió con el dedo en el suelo: con lo que tuvo tiempo de responder acertadamente y con buen juicio a los cuestionamientos de los fariseos.
También en las bodas de Caná, cuando su madre pidió para que convirtiera el agua en vino, calló y realizó el milagro.
Si pudiéramos comprender la importancia del silencio, lograríamos muchas cosas que de otra forma, no captaríamos.
· Vaciar nuestro interior de toda preocupación inútil.
· Llenarlo y enriquecerlo de pensamientos positivos.
· Lograr una mejor comunicación con nosotros mismos.
· Comunicarnos con Dios y su creación.
· Prepararnos mejor para la escucha del otro.
· Meditar en armonía.
· Perdonar, sanar heridas, pensar para ser creativos, y tantas cosas que no nos podemos imaginar.
Si nos podemos a pensar que los sordos y mudos, viven en permanente silencio- salvo cuando usan su lenguaje para comunicarse con sus semejantes-, nos daríamos cuenta que un tiempo apenas milimétrico de silencio, puede llenar muchos vacíos que a veces dejan las palabras.
Jorge Marcelo Jasnin

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