jueves, 15 de mayo de 2008

EL OCASO DE LA VIDA


En el ocaso de la vida, cuando todo parece ser gris; hay un ocaso color rojo
Todo lo vivido desde nuestro primer atardecer en esta tierra;
las alegrías, las tristezas, los sacrificios, los proyectos, los sueños.
Muchos recuerdan su infancia y su adolescencia, compartida con sus compañeros de aventuras; aquellas siestas escamoteadas a sus padres.
Reviven el comienzo de su adultez, del brazo de un amor que tal vez, fuera el primero y único; o quizás uno de los tantos.
Luego vendrá la madurez, con los primeros achaques, la nostalgia de aquella juventud que ya pasó, la menopausia o la andropausia, según el caso.
Los recuerdos cobran fuerza, y son solamente recuerdos; las canas se insinúan en el pelo, las arrugas surcan la frente, y el espejo se transforma en enemigo implacable que recuerda el paso del tiempo.
Por último llega la edad; esa que algunos llaman “tercera edad”, “vejez”. “ancianidad”; y uno piensa que la vida, se vuelve gris, porque está llegando a su fin; pero gracias a esos recuerdos, uno se mantiene vivo.
Muchos dicen que no es bueno vivir de recuerdos; claro, si esos recuerdos no son buenos. ¿Pero qué queda a cierta edad, sino los recuerdos?
Un ocaso gris teñido de buenos recuerdos, se vuelve un hermoso ocaso rojo, como el que contemplas en la imagen; además, después de un ocaso, otro atardecer nos espera, un atardecer tan hermoso, como nuestro primer atardecer en la tierra.

Jorge Marcelo Jasnin

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