Había una vez un pájaro encerrado en una jaula, demasiado grande para él. Estaba solo y deseaba tener una compañera para poder compartir su encierro, ya que sus dueños no estaban dispuestos a soltarlo y liberarlo de su cautiverio por su valor, dado que era un ejemplar de gran precio porque había pocas aves de esa especie con un colorido intenso y su canto que alegraba todas las mañanas el solitario caserón.
Cierto día de primavera, llegó hasta su jaula, una hembra que comenzó a cantar para él y así empezó un ritual amoroso entre ambos.
Como la hembra no podía entrar en la jaula, porque las rejas eran muy pequeñas, comenzó a hacer un nido en un árbol vecino.
Desde allí podía estar más cerca del macho cautivo, y al amanecer, bajaba hasta la jaula, para traer en su pico un poco de alimento para su amor; siempre con la esperanza de verlo libre algún día.
El macho, que hasta la llegada de la hembra estaba triste, y no cantaba, de pronto rompió a trinar todos los días.
Pero sucedió que una mañana, la hembra apareció muerta. El macho esperó día tras día que volviera a su jaula a cantar para él, pero esto no ocurría. Los dueños que cada mañana lo oían cantar, se preguntaban qué había pasado.
Solo entonces, cuando hallaron a la hembra muerta al pié del árbol, se dieron cuenta que había sucedido con el ave, que tanto tiempo retuvieron en una jaula tan grande y tan vacía.
Cierto día de primavera, llegó hasta su jaula, una hembra que comenzó a cantar para él y así empezó un ritual amoroso entre ambos.
Como la hembra no podía entrar en la jaula, porque las rejas eran muy pequeñas, comenzó a hacer un nido en un árbol vecino.
Desde allí podía estar más cerca del macho cautivo, y al amanecer, bajaba hasta la jaula, para traer en su pico un poco de alimento para su amor; siempre con la esperanza de verlo libre algún día.
El macho, que hasta la llegada de la hembra estaba triste, y no cantaba, de pronto rompió a trinar todos los días.
Pero sucedió que una mañana, la hembra apareció muerta. El macho esperó día tras día que volviera a su jaula a cantar para él, pero esto no ocurría. Los dueños que cada mañana lo oían cantar, se preguntaban qué había pasado.
Solo entonces, cuando hallaron a la hembra muerta al pié del árbol, se dieron cuenta que había sucedido con el ave, que tanto tiempo retuvieron en una jaula tan grande y tan vacía.
Preguntas para reflexionar:
Así como en el cuento. ¿Creen que el hombre puede vivir en cautiverio del alma?
¿Nos gusta estar presos por designios o capricho de los otros, o de nosotros mismos?
¿Qué cosas nos hacen sentir cautivos?
De haber podido volar el ave del cuento ¿Hubiera podido impedir la muerte de la hembra?
La libertad no tiene precio, pero si lo tuviera ¿Estarías dispuesto a pagarlo?
Jorge Marcelo Jasnin
Agosto 2007
Así como en el cuento. ¿Creen que el hombre puede vivir en cautiverio del alma?
¿Nos gusta estar presos por designios o capricho de los otros, o de nosotros mismos?
¿Qué cosas nos hacen sentir cautivos?
De haber podido volar el ave del cuento ¿Hubiera podido impedir la muerte de la hembra?
La libertad no tiene precio, pero si lo tuviera ¿Estarías dispuesto a pagarlo?
Jorge Marcelo Jasnin
Agosto 2007
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